jueves, 30 de julio de 2009

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Quiero levantarme temprano todos los días y desayunar algo rico y sano. Quiero hacer ejercicio. Quiero leer mucho todos los días. No quiero estudiar sólo bajo la presión de tener que rendir. Quiero ir a todos lados en bici. Quiero bañarme todas las mañanas y cuidar mucho mi piel. Quiero maquillarme y estar siempre bien vestida. Quiero tomar sol. Quiero siempre almorzar o cenar en familia, comida casera que no me molestaría preparar... Quiero tener siempre las cosas ordenadas. Quiero dedicar un buen rato cada día a mis amigos. Quiero luchar todos los días por una buena causa. Quiero tirarme un rato en la cama sólo a escuchar música. Quiero siempre unos mates antes de irme a dormir. No quiero dormir más de 8 horas por día. No quiero quedarme dormida. No quiero llegar tarde. Quiero ir a muchos recitales, quiero ir al teatro y de vez en cuando al cine... Quiero ahorrar para irme de viaje. Quiero viajar mucho...

O capaz... me alcanza con enamorarme...

martes, 21 de julio de 2009

Para todos los amigos, feliz día!

Cuando un grupo de amigos se reúnen para jugar, tiene lugar una emocionante ceremonia destinada a establecer quienes integrarán los dos bandos. Generalmente dos jugadores se enfrentan en un sorteo o pisada y luego cada uno de ellos elige alternadamente a sus futuros compañeros.
Se supone que los más diestros serán elegidos en los primeros turnos, quedando para el final los troncos.
Pocos han reparado en el contenido dramático de estos lances.
El hombre que está esperando ser elegido vive una situación que rara vez se da en la vida. Sabrá de un modo brutal y exacto en qué medida lo aceptan o lo rechazan. Sin eufemismos, conocerá su verdadera posición en el grupo.
A lo largo de los años, muchos futbolistas advertirán su decadencia, conforme su elección sea cada vez más demorada.
Manuel Mandeb, que casi siempre oficiaba de elector, observó que sus decisiones no siempre recaían sobre los más hábiles. En un principio se creyó poseedor de vaya a saber qué sutilezas de orden técnico, que le hacían preferir compañeros que reunían ciertas cualidades. Pero un día comprendió que lo que en verdad deseaba, era jugar con sus amigos mas queridos. Por eso elegía a los que estaban mas cerca de su corazón, aunque no fuerantan capaces.
El criterio de Mandeb parece apenas sentimental, pero es también estratégico. Uno juega mejor con sus amigos. Ellos serán generosos, lo ayudarán, lo comprenderán, lo alentarán y lo perdonarán.
Un equipo de hombres que se respetan y se quieren es invencible y, si no lo es, más vale compartir la derrota con los amigos, que la victoria con los indeseables.

Alejandro Dolina

A todos mis amigos, FELIZ DÍA!
Gracias por estar y por dejarme estar, gracias por ser y por dejarme ser!
Un besote y un abrazote para todos!

(Este texto lo robé de un mail de Vicky Palazzetti, quien seguramente es una muy buena amiga...)

viernes, 17 de julio de 2009

Tratado de música y afines. [fragmento]

Capítulo CXVI "Inexistencia del Melómano"
Casi todas las personas garantizan, al ser interrogadas, su gusto por la música. Resulta muy difícil, por no decir imposible, dar con alguien que aborrezca cualquier expresión musical. Sin embargo, me atrevo a asegurar al alumno que la humanidad miente. La música no le gusta a casi nadie. Lo que en verdad gusta es aquello de lo que suele venir acompañada, las atracciones anexas de las que se vale para cautivar a las muchedumbres.
Estamos hablando de las luces que iluminan a los cantantes, de los trajes que éstos usan, de su apariencia seductora. Estamos hablando del efecto hipnótico del baile y de cualquier repetición de movimientos. Estamos hablando de las letras de las canciones, de la doctrina que suele acompañar a los géneros, de su simbolismo político. Estamos hablando de las mujeres que es posible conocer en los conciertos, de la fama que consiguen los que cantan, de los escándalos que protagonizan, del deseo que surge en nosotros de irnos a la cama con una estrella. Pues bien, son estas cosas y no la música lo que la gente ama.
Los maestros suelen enseñarnos a disfrutar de las grandes obras explicando el significado de ciertos efectos musicales. Esas notas graves en mitad de la Polonesa son en verdad los soldados rusos. En la obertura 1812, algunos críticos ven una parte de guerra de la batalla de Borodino. El tango El amanecer está lleno de violines que imitan a los pajaritos. Tengo malas noticias, la música no consiste en relatos ruidosos. La música no alude a nada. Puede existir aún sin el Universo, no necesita nombrarlo ni dibujarlo. Puede existir sin espacio (¿quién puede señalar el costado izquierdo de un vals?). En realidad, sólo necesita tiempo.
Adivino que el alumno lector ya se habrá puesto a la defensiva y pretenderá ocupar un lugar entre los escasísimos melómanos que existen. ¡No mienta, alumno! A usted tampoco le importa la música. Me imagino que el despecho habrá de despertar en el discípulo el deseo de acusar al autor de estas líneas de pertenecer él también a la oceánica legión de indiferentes. Pues es verdad, no me importa la música.
Amo, eso si, el dulce llanto que me provoca. Los delicados razonamientos que me inspira. Amo la forma en que rima con mi tristeza. Amo la hermandad de los acordes y el aparente litigio entre escalas simultáneas. Amo leer como cartas de amigos muertos las antiguas partituras. Estas cosas, claro, no son la música.



Esto es un fragmento de un capítulo (Tratado de música y afines) de un libro, que les recomiendo a todos... "El libro del fantasma" de Alejandro Dolina! Es excelente!

Aprovecho tambén para dejar una frase de él, que no me acuerdo de donde la saqué, pero que también es muy buena:


"Cualquier cosa es preferible
a esa mediocridad eficiente,
a esa miserable resignación
que algunos llaman MADUREZ"

sábado, 4 de julio de 2009

Yo no te pido.

Yo no te pido que me bajes
una estrella azul,
sólo te pido que mi espacio
llenes con tu luz.
Yo no te pido que me firmes
diez papeles grises para amar,
sólo te pido que tú quieras
las palomas que suelo mirar.
De lo pasado no lo voy a negar,
el futuro algún día llegará
y del presente, qué me importa la gente
si es que siempre van a hablar.
Sigue llenando este minuto
de razones para respirar;
no me complazcas, no te niegues,
no hables por hablar.


Yo no te pido que me bajes
una estrella azul,
sólo te pido que mi espacio
llenes con tu luz.
Yo no te pido que me firmes
diez papeles grises para amar,
sólo te pido que tú quieras
las palomas que suelo mirar
.

Pablo Milanés